MOVIMIENTO SOCIAL→ MOVIMIENTO OBRERO[1]→REVOLUCION→ SOCIALISMO
La realidad del movimiento social en nuestro país dará paso, sin embargo a una serie de cuestionamientos concernientes sobre la real aplicación de este esquema a la realidad nacional. Cuestionamientos que se a evidenciarán de forma más clara, principalmente a partir de la década de los setenta, periodo durante el cual el eje de discusión consistió básicamente en dos posiciones antagónicas dentro de la izquierda, a saber, reformismo v/s revolución. Esto significa en lo práctico que va a existir por un lado una postura partidaria de la transformación social pero siempre subordinada por el respeto hacia las vías legales y el repudio hacia las formas violentas de manifestación, mientras que en contraparte se hará patente la visión revolucionaria contraria al etapismo o reformismo y a favor de las vías no legales de lucha, tales como la insurrección armada como paso estratégico de lucha.
La discusión dará paso irremediable a un replanteamiento acerca de la validez y utilidad práctica del eje anteriormente mencionado debido a las particularidades históricas del proceso “revolucionario” chileno. Particularidades que van a evidenciarse en la creciente complejización y diversidad del movimiento social y de los partidos políticos durante la época[2]. En este sentido cabe destacar que durante principios de la década de los setenta, el movimiento social se presentaba en Chile compuesto principalmente por el movimiento obrero, movimiento de campesinos, movimiento de estudiantes, movimientos indígenas, y el movimiento de pobladores. En tanto que los partidos de izquierda o “vanguardia”, que articulaban lo que era la Unidad Popular, también mantenían expresiones distintas dentro del movimiento popular (PC, PS, MIR, MAPU, IC) y aportarían a conformar (en mayor o menor medida claro esta) lo que sería la llamada “vía chilena hacia el socialismo”, la cual en definitiva cumpliría un rol esencial en el proceso revolucionario chileno y también latinoamericano.[3]
Si bien la llamada “vía chilena hacia el socialismo” no prevaleció (ni tampoco la posición revolucionaria), producto de la dictadura que vino finalmente a consagrar el neoliberalismo y el terrorismo de Estado, la diversidad del movimiento social en Chile y en Latinoamérica prevaleció, e incluso durante el periodo de “resistencia” (en la década de los ochenta) sería una de las características mas notables a considerar. A nivel latinoamericano comenzaron a proliferar una serie de movimientos[4] relacionados con los Derechos Humanos[5], la Iglesia,[6] el medio ambiente, de género, juveniles[7]...etc.
Es precisamente la particularidad del caso latinoamericano, la que nos conducirá a hacernos dos preguntas fundamentales, a saber: ¿qué hemos sido históricamente? ¿Cómo es que comprendemos la sociedad de hoy?
Cuando el mundo se explicaba por medio de la perspectiva de la lucha de clases, éste se aclaraba. La confusión nace entonces al no contemplar esta perspectiva. Pese a esto hay que hacer notar que el entender y utilizar de manera determinista los postulados de Marx, es simplificar, es reducir la teoría al absurdo, sobre todo si consideramos los problemas teóricos alejados de los problemas prácticos, por otro lado se puede tener claridad teórica sin tener por eso una coincidencia en el terreno práctico, lo importante a destacar en definitiva es que en realidad los problemas del movimiento son ciertamente prácticos y no teóricos. Esta aclaración es de vital importancia para entender el fracaso en que han incurrido las explicaciones teóricas en su intento de dar respuesta con respecto al desarrollo de los movimientos sociales críticos frente al sistema[8]. Otro factor que no han considerado las teorías con respecto a los movimientos sociales en Chile, ha sido precisamente el no contemplar la gran variedad y el surgimiento de nuevas expresiones del pueblo materializadas en lo que se denominan los nuevos movimientos sociales. Dejan también de lado los roles de los sujetos históricos.
3 CORRIENTES TEORICAS
En nuestra búsqueda por conocer los enfoques con que, hasta ahora se ha abordado el análisis de los movimientos sociales, se nos presentan tres corrientes teóricas, cada una de las cuales tendrá visiones diferentes respecto a las implicancias de un movimiento.
-Socialismo científico (marxismo): Diremos que tiene la primacía con respecto al movimiento social. Vincula al movimiento social con el movimiento obrero, y a su vez este último con la clase social. Se nos presenta básicamente como una teoría del conflicto social que caracteriza a las relaciones sociales subsumidas bajo la lógica de las relaciones de producción[9] que van a tener características distintas según cada periodo, o según el patrón de acumulación que se presente.[10]
De acuerdo a esta perspectiva, en el capitalismo, se han simplificado las contradicciones, en el sentido, que es dentro del capitalismo en donde se identifican con mayor claridad dos clases antagónicas (burguesía y proletariado):Va a ser entonces, dentro del capitalismo donde se desarrolla lo que denominamos lucha de clases.
Actualmente es posible identificar (por su puesto con respecto al análisis del movimiento social) básicamente dos variantes. La primera va a corresponder a los postulados de Lenin y Trotsky desarrollados durante la primera guerra mundial, desde Lenin se plantea la necesidad de ligar a la clase con un tipo de organización, mientras que Trotsky va advertir sobre la conducción del partido y en el fondo sobre el advenimiento del estalinismo. Ambos van a remarcar el carácter de clase del partido y van a coincidir que es la clase la que debe construir el partido, y no el partido a la clase, en contraposición al estalinismo, en donde el partido es quién reemplaza a la clase y toma decisiones por ésta. La segunda vertiente dentro del marxismo va a surgir en Inglaterra entre las décadas del sesenta y setenta con los postulados de autores como J.Thompson, E. Hobihamm, y C. Dudé. Para esta corriente las clases no se encuentran preconstituidas, una clase sólo nace cuando se reconoce a sí misma, así la clase no es ninguna cosa, si no que es más bien una experiencia histórica. Introduce más fuertemente lo cultural y señala de este modo que la conciencia misma emerge en el campo de la experiencia cultural en la cual los individuos se desenvuelven.
- Teoría de la acción (A. Touraine → Francia → Estructuralismo): Se presenta un alejamiento con respecto a la noción que indica que la lucha de clases llevará al socialismo, no obstante rescata que existen luchas sociales compuesta por actores sociales que cuestionan las estructuras, pero que intentarían disputar su lugar dentro de ésta sociedad. La teoría de la acción se mueve bajo tres ejes o principios que estarían presentes en el movimiento social, los cuales serían: Identidad, oposición, y totalidad.
Si llevamos los planteamientos de esta corriente al análisis de Latinoamérica podríamos concluir, según esta corriente, que los movimientos sociales nunca terminan de desarrollarse, por tanto no habría movimientos sociales, sino mas bien luchas sociales dispersas.[11]
- Teoría de la acción colectiva (Sociología estadounidense): Se pregunta por el cómo no por el porqué, al igual que la mayor parte de las corrientes estadounidenses sólo se limita a describir pero no a explicar. Tuvo relevancia sin embargo para la elaboración de las teorías de la marginalidad. Aunque con respecto a esta corriente surgieron una variedad de tendencias, en relación con los movimientos sociales se desarrollan ciertos temas o fenómenos como por ejemplo, el arraigo en las bases sociales, el “hacer política por otros medios”, la disputa política en las relaciones sociales y el rol que jugarían las creencias en las formas de organización. “Las creencias colectivas fomentan los comportamientos colectivos, empero existen creencias colectivas en grupos cerrados que no son compartidos por el resto de la sociedad, este tipo de creencias dan paso a comportamientos considerados como desviados, producto de su alejamiento de lo catalogado como normal.”
[1] Con la aparición de la obra “¿Qué hacer?” de Lenin, se producirá una ruptura en la concepción de la conciencia obrera. En su época Lenin identifica una conciencia espontánea que tiende al economisismo, la cual derivaba en el tradeunionismo (para Chile = sindicalismo). Esta conciencia requería la constitución del partido revolucionario de vanguardia, el cual debía dar un mínimo de dirección al movimiento y a su vez propiciar el comienzo de la sociedad sin clases.
[2] Es necesario aclarar sin embargo, que este fenómeno no sólo se remitió a este período, sino que se mantuvo y aún creció (al menos en su diversificación) durante el llamado periodo de “resistencia” durante los ochenta.
[3] Cabe acotar que, al ser Cuba el único país con un latente proceso revolucionario en ese entonces, era imprescindible expandir su experiencia hacia otros países. En ese sentido resulta evidente el sentido de la visita de Fidel Castro en 1971, durante el gobierno de Salvador Allende.
[4] Llama la atención que la mayor parte de los movimientos sociales en América Latina no son precisamente conformados por los sectores productivos (trabajadores).
[5] Un caso emblemático es el surgimiento de la agrupación de las Madres de la plaza de mayo en Argentina.
[6] Resulta importante aclarar que el movimiento de los sin tierra en Brasil (MST) surge con claras influencias luteranas y de la iglesia en general.
[7] Es necesario mencionar que en la década de los ochenta los jóvenes y las mujeres se consagraran como actores sociales importantes. Una muestra de ello es el surgimiento de movimientos feministas, estudiantiles y poblacionales en donde mujeres y jóvenes cumplieron un papel de suma importancia en su conformación y desarrollo. No obstante serían las mujeres quienes darían en definitiva el soporte a la organización dentro del mundo popular
[8] En chile por ejemplo es un error el señalar que durante el siglo XIX (donde la mayor parte del pueblo eran peones) la necesidad por proletarizarse y llevar a cabo una lucha de clases (tal como en los países industrializados de Europa) era apremiante para el pueblo chileno, es más, era el proletarizarse lo que menos interesaba a los peones de la época.
[9] “la condición necesaria para que exista la historia es que existan hombres de carne y hueso, el hombre por su parte necesita trabajar y reproducirse, he aquí la génesis de las relaciones de producción”
[10] Para mayor información de los patrones de acumulación remítase a los apuntes del primer modulo disponibles en este mismo sitio.
[11] no obstante cabe considerar que la identidad de clase no se crea al existir una nula capacidad de autonomía con respecto al Estado, a las políticas emanadas de éste, no se trata entonces de que existan luchas aisladas sin una carga política, cuestionadota del mismo orden social